Cuando luchas -desde donde puedas- contra el racismo aunque nunca lo hayas sufrido personalmente;
cuando te solidarizas -en cada oportunidad que tienes- con quienes sufren el machismo aún cuando a ti no te afecta;
cuando te opones a la discriminación del inmigrante aunque tú no lo seas;
cuando plantas cara a la homofobia aún cuando no la sufras;
cuando si son avasallados tus derechos humanos no te limitas a pelear por lo tuyo sino por los derechos de todos...
En ese caso, no importa lo mínima o doméstica que te pueda parecer tu acción, considérate un DEFENSOR DE LOS DERECHOS HUMANOS. (María Claudia Cambi)
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